Nos habíamos quedado en la puerta del batzoki. Tras esto una obligada visita a los alrededores del museo Guggenheim disfrutando de un tiempo extraordinario y de la estupenda arquitectura del museo y de toda la zona.
Cuándo dimos por finalizada la visita nos dirigimos a nuestros respectivos bólidos para irnos a nuestro cuartel general, el hotel Canciller Ayala de Vitoria, magnífico albergue elegido por nuestro presi para, desde allí, atacar las diferentes actividades propuestas.
Y esa primera noche en Vitoria es donde nuestras papilas gustativas alcanzaron límites insospechados al probar en el bar del Deportivo Alavés, en la Plaza de España, a pocos minutos a pie de nuestro hotel, la estupendísima tortilla manchada del lugar; manjar exquisito que animo a aquellos que no lo conozcan a degustar sin niguna moderación en la capital del País Vasco.
Y fue así como llegamos al hotel cansados pero no rendidos para terminar el día con una partida de mus hasta altas horas de la madrugada. Seguiremos en próximos episodios.
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